lunes, febrero 23, 2004

La Editorial Salamandra dudo antes de comprar los derechos de la versión española

El hechizo de Harry Potter tardó en hacer efecto. Sus dos primeros libros se vendieron poco a poco en España, sin sobresaltos. Nadie suponía entonces, a principios de 1999, que su magia fuera tan poderosa como para que cinco años después se pusieran a la venta 500.000 ejemplares, el mismo día y a la misma hora, 30.000 de ellos en el País Vasco.

A las diez de la mañana de hoy se verán las primeras colas en las librerías. Según las previsiones de los distribuidores, la edición inicial de 'Harry Potter y la Orden del Fénix' tardará sólo unos días en venderse. El niño de las gafas redondas no conoce límites, ni siquiera los de su mundo de Hogwarts. Sus únicas fronteras están en la imaginación de los lectores.

Harry Potter, de todos modos, se lo tuvo que pelear desde muy abajo. Su madre, la autora J.K. Rowling, le trajo a este mundo en los cafés de Edimburgo, donde escribía para ahorrarse la calefacción de casa. Era una profesora en paro, con una hija de meses, que cuando terminó la primera entrega, 'Harry Potter y la piedra filosofal', no tenía ni para fotocopias.

Por eso fue a ver al agente londinense Christopher Litlle con el manuscrito debajo del brazo. Meses después, Litlle -al que Rowling eligió porque su apellido ('pequeño') le hizo gracia- habló con su contacto en España, la editora Sigrid Kraus de "Salamandra" . Le dijo que tenía algo importante, pero ella mantuvo las distancias. En el catálogo de su editorial no publicaban literatura juvenil. Sólo tenían un título, 'El principito', de Antoine de Saint-Exupery.

«Es verdad, fui a la defensiva», recuerda Kraus, una mujer de 40 años, de ascendencia alemana y que se crió en Brasil. «Pero me insistió tanto que se lo di a un lector especializado para que hiciera un informe».

Demasiado clásico, muy largo, con poco gancho para los niños de hoy. Ese era el veredicto disuasorio del experto. La editora lo dejó en un estante. Pero en su siguiente viaje a Londres volvió a ver a Christopher Little, quien le anunció que ya lo había vendido a una importante editorial inglesa, Bloomsbury.

Un golpe de suerte

«Si tú lo lees y no te gusta, lo acepto. Pero hasta que no lo hagas, te lo seguiré ofreciendo», le repitió Litlle a la editora barcelonesa. «Lo empecé a leer en el avión y me encantó. Me recordó mis lecturas de niña. Llegué a Barcelona, se lo conté a mi marido y le hice una oferta muy baja a Little».

El agente quería más dinero. Era un diamante aún por descubrir, un libro especial que merecía un poco más. «Soy muy dura en las negociaciones y estuvimos a punto de romper. Mi marido me convenció, le dijimos que sí, brindamos y, al final, mira lo que pasó. Es como si el destino me hubiera dicho: 'Cógelo, cógelo, no seas tonta'.

Pedro del Carril, esposo de Sigrid Kraus y director de la editorial Salamandra, antes Emecé, le dijo que aquello era una serie de siete libros y que siempre habría tiempo de amortizarla. Además, la cantidad a desembolsar, menos de millón y medio de pesetas, no era como para arruinarse.
"Fue lo primero que compré en literatura juvenil; no tenía mucha idea», precias . Del primer libro se editaron unos 4.000 ejemplares y del segundo, unos 10.000. El auténtico «boom» del «huracán» Potter arreció con el tercer libro de la saga y el cuarto rompió ya con todas las reglas: 350.000 ejemplares. De ahí al millón de ejemplares de «Harry Potter y la Orden del Fénix».

Cuando salió el primer título, 'Harry Potter y la piedra filosofal', invitaron a J.K. para que fuera a Barcelona. Aceptó encantada. Entonces no tenía ni una fortuna de unos 400 millones de euros ni el Premio Príncipe de Asturias a la Concordia. «Muy simpática y muy normal», así la recuerda su editora en español.

La moral de Rowling

Y desde entonces Sigrid Kraus ha visto cómo la bola de nieve iba creciendo. Pero, ¿por qué ese pequeño mago tenía tanta aceptación? Estas son sus conclusiones: «Rowling sabe construir las tramas muy bien. Al final del capítulo siempre queda una incógnita y así el lector siempre quiere seguir. Yo leo por la noche y no puedo dejarlo. Ella dice que no ha escrito los libros pensando en los niños. Su lenguaje es para adultos y eso lo agradecen los lectores más pequeños, pues no les gusta que les tomen por imbéciles».

La editorial Salamandra era de tamaño medio y las grandes se abalanzaron a por Harry Potter cuando empezó a despegar. «Te puedes imaginar lo que ofrecían por él. Pero hemos tenido suerte, el agente es una persona muy recta, Rowling tiene una moral muy estricta, y si no hacemos ninguna tontería creo que seguirán con nosotros».

El mago ha hecho ricos a todos los miembros de su familia. Pero hay otro tipo de recompensas. «El otro día fui al médico y la doctora me dijo que su hija había aprendido a leer con Harry Potter. Su hija es sorda, y quienes tienen esa minusvalía tienen dificultades para la lectura porque no pueden interiorizar el sonido de la lengua. Es lo más bonito que he oído. Me emocionó muchísimo». NoticiasDot.com

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