En la guerra de la propiedad intelectual el primer enfrentamiento decisivo se está librando ya. Y no enfrenta a la industria con los 'piratas', como le gusta presentar el caso a los intermediarios y algunos ministerios de Cultura, sino a los artistas con sus compañías. La pelea dirime quién se beneficia del talento del artista. Y su última escaramuza enfrenta al famoso grupo Linkin Park con su megacompañía, Warner Music. La razón, la pasta: el grupo se pregunta por qué la salida a bolsa de Warner Music no les proporciona beneficios, cuando ellos son el principal activo de Warner Music, y por tanto una parte fundamental de su valor. En juego está, una vez más, la gran pregunta: ¿de quién es la propiedad intelectual, de los autores o de los intermediarios de la cultura? Pase lo que pase, ya nada volverá a ser igual.
Linkin Park quieren 'pillar cacho' de la salida a bolsa de Warner Music. Y ¿por qué no habrían de tener derecho? A diferencia de una fundición, un astillero o una fábrica de coches, en el caso de Warner Music su principal activo no son máquinas, sino personas: gentes que cantan, lo que denominamos 'autores'. Si Warner Music, o cualquier otra compañía editora, vale algo es porque tiene contratada a esa gente. Si la base de su negocio fuesen altos hornos, fresadoras o robots no tendrían por que pagarles un duro de los beneficios. Pero es que la base del negocio editorial, lo que fabrica el producto que ellos venden, no son máquinas. ¿No parece, pues, justo que reciban una parte del valor que ellos mismos han creado? No se puede tratar a los autores como si fuesen maquinaria. ¿O si se puede?
Ésta va a ser el realidad la gran batalla de la propiedad intelectual, la que va a dañar de verdad el modelo de negocio de las fonográficas. La que, esperemos, hará que los autores españoles se replanteen su estrecha asociación de intereses con quienes son, en el fondo, sus rivales. Y este enfrentamiento marcará época.
Linkin Park amenaza con desligarse de Warner Music y publicar su música en Internet si sus demandas no son satisfechas. Con toda probabilidad de trata de una táctica negociadora, una forma de presionar a la dirección de la fonográfica para que accedan a su petición. Eso no significa que su petición sea injusta, o que si consiguen su objetivo el panorama vaya a seguir como está. El enfrentamiento marca un hito, gane quien gane.
Si Warner Music no accede, Linkin Park puede convertirse en el primer gran grupo musical en desembarcar en la Red y convertirla en su entorno natural de negocio. Lo cual validaría lo que se lleva diciendo años: es posible hacer música en Internet y ganar dinero con ello. De ocurrir así, éste no será el último grupo en tomar esa vía: recordemos el largo historial de enfrentamientos de músicos con sus compañías (Prince, George Michael y Courtney Love, por citar tres casos). A partir de Linkin Park, todos los músicos tendrían ante si una alternativa real con la que presionar a las fonográficas a la hora de firmar sus contratos. El reparto de beneficios ya no sería tan desigual, y el poder en las relaciones entre autores y editores giraría decisivamente en favor de aquéllos.
Por otra parte, si el grupo se sale con la suya habrá sentado un precedente de impresionante calibre: el capital intelectual tendrá que formar parte del capital total de la empresa, y tendrá que beneficiarse con ella. Una vez más, la sesgada relación de poder entre los editores y los autores se modificaría. Los intermediarios perderían control, los autores lo ganarían.
Y, por encima de todo, pase lo que pase se habrá consolidado la idea de que Internet es una alternativa de negocio, como mínimo lo bastante real como para asustar a la industria.
Así que podemos afirmar que se trata de una batalla decisiva que cabiará el curso de la historia, no importa cuál sea el resultado. Vivimos en una nueva era. Disfruten.
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