Para el famoso astrofísico británico Stephen Hawking, de 63 años, "sería aburrido ser Dios, sin nada más por descubrir". En respuesta a una de las preguntas que le dirigieron los periodistas con motivo de la visita a Cambridge del director de la Fundación Príncipe de Asturias, Graciano García, el científico afirmó que "la raza humana necesita siempre un desafío".
Distinguido él mismo en 1989 con el premio príncipe de Asturias de la Concordia, Hawking ha sido invitado a inaugurar en Oviedo el próximo 12 de abril con una conferencia la serie de actos conmemorativos del XXV aniversario de esos galardones, actos que ha auspiciado la propia UNESCO.
El científico, que presentará con esa ocasión su último libro, titulado "Brevísima historia del tiempo", había recibido por escrito varias preguntas y contestado con ayuda de su sintetizador, que maneja con una pantalla colocada en la silla de ruedas en la que está obligado a permanecer por culpa de la enfermedad degenerativa que sufre.
Hawking señaló que en los últimos años se han logrado "avances espectaculares en nuestra comprensión del universo", pero se mostró escéptico sobre la posibilidad de encontrar una teoría definitiva que lleve a su cabal comprensión pese a que existe, como dijo, "una fuerte candidata: la teoría M".
La pantalla del ordenador que le sirve al científico para comunicarse. (Foto: EFE)
Precisó que ésta no es una teoría única, sino "un conjunto de teorías, todas las cuales representan distintas aproximaciones a la misma teoría".
"No parece posible formular directamente la teoría subyacente, sino sólo una serie de aproximaciones a la misma que sean cada vez mejores, de modo que tal vez no sea posible llegar un día al final de nuestra búsqueda", reconoció.
El espíritu inquisitivo que es Hawking dijo alegrarse de ello "en cierto modo" porque si un día se lograse ese objetivo, hacer después ciencia sería "como practicar ahora el montañismo en el Everest".
Sus principales logros
Preguntado por su principal aportación al conocimiento científico, señaló que tal vez la más significativa sea su descubrimiento de que los agujeros negros no son, pese a su nombre, totalmente negros sino que irradian como cuerpos incandescentes.
Aunque las temperaturas de los agujeros negros de la masa estelar son demasiado bajas como para ser detectadas, los argumentos a favor de esa teoría son "tan poderosos", dijo, que todo el mundo está de acuerdo en que aquellos deben emitir "la radiación Hawking".
Pese a la fama alcanzada, el astrofísico británico rechazó cualquier comparación con el autor de la teoría de la relatividad, Albert Einstein, cuyo centenario se celebra precisamente este año, y dijo que al menos confía en "gozar de respeto entre los físicos". "Mi ambición fue siempre comprender el universo, no llegar a famoso", señaló Hawking, quien confesó que sería hipócrita por su parte quejarse de la notoriedad alcanzada aunque "puede ser un estorbo".
"Por culpa de mi silla de ruedas, me resulta imposible viajar de incógnito. En todo el mundo, la gente me reconoce y quiere fotografiarse conmigo. Quieren un héroe de la ciencia como fue Einstein. Yo respondo al estereotipo del genio discapacitado porque estoy claramente discapacitado, pero no soy un genio como lo era Einstein", reconoció.
En respuesta a la pregunta improvisada de un periodista sobre si se sentía entonces como un Don Quijote moderno luchando contra la adversidad, el físico señaló: "Creo que es una exageración. Yo lo he tenido fácil".
Tardó casi un cuarto de hora en dar esa sencilla respuesta, manejando de modo casi imperceptible con sólo el dedo corazón y el meñique de su mano izquierda el mando con el que construye pacientemente en la pantalla las frases que luego el sintetizador reproduce de forma oral.
Esperado en Oviedo
El director de la Fundación Príncipe de Asturias agradeció el que Hawking hubiese aceptado acudir nuevamente a Oviedo para inaugurar los actos conmemorativos del premio, dijo que todos recuerdan allí "con admiración y emoción" su última estancia y le esperan "con cariño".
El astrofísico afirmó que "fue un honor" recibir el Príncipe de Asturias, que, si bien no afectó a su carrera de académico, fue bueno para su "reputación internacional" y ayudó a las ventas de su libro "Breve historia del tiempo" (1988), que se ha convertido en un best-seller universal.
"Tengo, agregó Hawking, muy buen recuerdo de mi estancia en Asturias en 1989, es un placer volver a España en ocasión tan especial. Valoro el premio porque representa mi deseo de ayudar a la gente corriente a aprender algo de las más importantes teorías actuales sobre el cosmos".
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