martes, noviembre 25, 2003

El sol cambia de piel

Así como las culebras, o como algunos de nosotros -los desafortunados que no nos bronceamos sino que nos quemamos cuando sus rayos nos alcanzan- aparentemente el Sol cambia de piel.

A esa conclusión llegaron los astrónomos al descubrir un hecho clave para entender el ciclo de 11 años de actividad solar. Las manchas solares y las llamas de la superficie de nuestra estrella más cercana siguen un ciclo, pero las nubes de gas que expele, no.

Al parecer, explosiones como las que se han venido registrando recientemente llegan tras un período de máxima actividad de una mancha solar -aumentaron en 2002, dos años después de las manchas solares. El gas expulsado se lleva consigo la vieja piel magnética del Sol, permitiendo que una nueva emerja al inicio de un nuevo ciclo.

El ciclo de 11 años de actividad del Sol -marcado por la aparición y desaparición de las manchas- es conocido desde 1843, cuando Heinrich Schwabe, un astrónomo alemán, notó el patrón.

Años más tarde, el astrónomo estadounidense George Ellery Hale entendió el origen magnético de la actividad pues pudo comprobar que las manchas solares eran intensamente magnéticas, en 1908. Desde entonces, muchas teorías han tratado de explicar el ritmo solar.

La teoría más aceptada es que el ciclo de las manchas solares es una consecuencia de la rotación y convección interna del Sol. El hecho de que las capas exteriores de la estrella burbujean y de que el Sol rota más rápido en su ecuador que en sus polos, y más rápido adentro que afuera, produce un dínamo solar que, en los 11 años, se carga más y más.

Por ello, en cierta fase del ciclo magnético, el Sol tiene que deshacerse de alguna manera de su vieja y retorcida piel magnética, para permitir que una más nueva y menos aporreada emerja.

Ahora es posible que el satélite del observatorio solar Soho haya obtenido evidencia que ayude a explicar cómo el Sol lo hace. Ocho años de observaciones de las erupciones solares -CME por sus siglas en inglés Coronal Mass Ejections- muestran que éstas están removiendo el campo magnético antiguo de el Sol poco a poco, primero de un polo y el ecuador, y luego del otro polo.

"El Sol es como una culebra que cambia su piel", dice Nat Gopalswamy del Centro Goddard de Vuelos Espaciales de la NASA, autor del informe en el Astrophysical Journal.

"En su caso, se trata de una piel magnética. El proceso es prolongado y bastante violento. Más de mil CME, cada una cargada de miles de millones de toneladas de gas de las regiones polares, son necesarias para deshacerse del viejo magnetismo. Pero cuando concluye, las franjas magnéticas del Sol se mueven en la dirección opuesta", explica Gopalswamy.

"Este análisis de casi ocho años de datos sobre CME es un gran paso adelante para llegar a entender el clima del espacio", opina Joseph Gurman, científico de la NASA para Soho. "Al identificar el origen solar de estos eventos con CME de diferentes velocidades y apariencias, y en diferentes latitudes, crece nuestra capacidad de predecir el clima espacial que puede afectar La Tierra, en las diferentes fases del ciclo de la actividad solar", señala el experto. Noticias

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