La estafa consistía en vender estos equipos, con apariencia de cámaras de alta gama, por más de 500 euros, cuando eran burdas imitaciones con tecnología de pega y con un valor de entre 30 y 50 euros.
"Comercializaban una videocámara digital cuando en realidad era la carcasa de una cámara fotográfica de muy mala calidad, con una lente y objetivo procedente de una pésima webcam, con una capacidad de grabación que no supera los seis minutos", según el comunicado de la Guardia Civil.
Las investigaciones comenzaron cuando dos agentes detectaron a un portugués que vendía estas cámaras en un bar en Carmona y, al creer que eran robadas, decidieron intervenir y localizaron el coche donde las escondían. Se decomisaron dos cámaras y la caja con todos sus componentes y se arrestó a G. D. F. R. de 32 años, domiciliado en Portugal. Los agentes siguieron la pista del modelo, garantía y referencia de las cámaras, en comercios del sector. Lograron averiguar que eran imitaciones y contactaron con la empresa fabricante donde corroboraron la falsedad de los logos y la pésima calidad del funcionamiento. Esta estafa también se ha extendido a otras primeras marcas.
A raíz de ello, se descubrió la existencia de otros fraudes similares en Madrid, Alicante, Illescas (Toledo), donde se intervinieron otras cámaras y fueron detenidos tres marroquíes, y en Humanes (Madrid).
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